Entrevista a Osmar Núñez
Por Ana Durán
¿Cómo es tu vínculo con la actuación y el dinero?
Vengo de una familia de obreros en donde ganarse el mango era muy difícil, pero mis viejos amaban su trabajo, por eso también elegí una profesión que amo y siempre quise actuar. Pero hasta los 30 años vivía de otros trabajos de oficina, por ejemplo, mientras estudiaba y actuaba. Ahora, donde más elijo es en el teatro aunque implique ganar mucho menos dinero. Hago poca televisión porque me llaman y la mayoría de las veces no me gusta lo que tengo para hacer. Para mí es importante estar con buenos textos, buenos actores y directores.
¿Notás entre tus pares una mirada más positiva sobre aquellos artistas que se quedan en el off?
Creo que hay gente que decide quedarse en ese ámbito y me parece fantástico. Mi decisión de vida no tuvo nunca que ver con el off o con el on, con la tele o el teatro. Yo decidí ser actor, y actor se es en cualquier lado. A mí me das la revista Gente o la guía telefónica y te la actúo. Por supuesto que en trabajos que me interesen. Sí decidí que quiero ser un actor respetado y eso sólo se consigue eligiendo bien los lugares en los que estás.
¿Por qué te parece que se valora más el cine independiente que la televisión?
Lo que pasa es que aunque la tele es un medio maravilloso, hay mucha porquería para ver. Sin embargo, yo me hice actor por la tele, no porque fuera al teatro cuando tenía 5 ó 6 años. Quería ser el chico dueño de Lazzie o el nene de Los locos Adams. Pero lo cierto es que cuando se hace un muy buen producto como Tratame bien, la gente lo ve. Cuando era chico y adolescente había ciclos de teatro en la tele como Alta Comedia, por ejemplo, con obras de mucha calidad.
¿Por qué los directores de cine tiene tantos actores del off?
Rodrigo Moreno (director de El custodio) eligió a sus todos sus actores, excepto Julio Chávez que también viene del teatro, del teatro independiente. Lo mismo pasó con Anahí Berneri de Un año sin amor, o con Diego Lerman de La mirada invisible, o el ya muy famoso Daniel Burman. Ellos creen que la madriguera de la actuación está en el teatro. Nosotros no tenemos una escuela de actuación para el cine. Y creo que esta es una elección inteligente. Las generaciones de cineastas anteriores, en cambio, tomaron actores de la tele, aunque algunos también vinieran del teatro. Igual, la diferencia está en que estos directores jóvenes sí van al teatro a buscar su materia prima de trabajo.
¿Y qué pasa con los actores del off en la tele?
Yo vi dos o tres capítulos de Lalola y me pareció que en las escenas había mucho trabajo de improvisación al estilo de las escuelas de actuación que le dan una cosa muy fresca, vital y divertida. Y esos programas como Lalola o Los Pells, tuvieron una enorme audiencia. Uno se divierte porque ellos también se divierten.
¿Hay un tipo de público más deseado que otro? Me refiero a si es preferible tener como público al del teatro experimental antes que al de la tele, por ejemplo.
A mí me gusta el público. Me gusta que salgan de ver un espectáculo por primera vez y digan que quieren volver. No soporto el teatro elitista. A veces estuve en obras que la gente no entendía pero que tampoco yo las entendía. Es parte de nuestro trabajo buscar y a veces no encontrar lo que se está buscando, pero la gente no tiene la culpa ni tiene por qué bancarse eso. En Informe sobre la banalidad del amor, que es un encuentro amoroso increíble entre Martin Heidegger y Hanna Arendt, y hemos estado en ciudades muy chiquitas de Misiones con gente que fue por primera vez al teatro que se ríe y se emociona. Se trata de un gran texto y una gran obra. Por eso creo que hay que contar historias. El teatro tiene que ser comprensible para el espectador, si no es una paja intelectual y tampoco creo que sirva actoralmente.
En el ambiente, se supone que ser un actor de Veronese es lo máximo a lo que se puede aspirar porque te da proyección nacional e internacional y mucho prestigio, además de giras con euros. Entre el imaginario y la realidad, estar en un elenco de Veronese ¿realmente te da todo eso?
Depende de qué expectativa tenga el actor. Si uno va a entregar todo de sí, Daniel Veronese, como director, sabe exprimir a sus actores. Es como si sacara capa por capa de una cebolla hasta que uno siente que no está actuando y cuando menos te lo esperás, estás temblando en el escenario porque te llevó hacia un lugar que pensaste que no ibas a llegar nunca. Igual, yo jamás pensé en la proyección internacional. Sabía que era del Periférico de objetos y me gustaba su dramaturgia, pero no lo conocía como director de actores cuando hicimos Mujeres soñaron caballos, por eso no especulé con eso. Y lo digo en el buen sentido porque también es piola para un actor viajar y conocer o hacer una temporada en Barcelona o Paris. Yo jamás soñé con eso. El Periférico viajaba pero Mujeres soñaron caballos era su primer espectáculo fuera del grupo. Tenía un plantel actoral para esa obra que se fue porque no había producción y por eso quedamos nosotros. Trabajamos a los ponchazos y sin un mango y lo que ganábamos en cada función nos alcanzaba para la cena de esa noche. Todo lo demás vino después y muy de a poco. Con lo que más viajé fue con Espía a una mujer que se mata, sobre Tío Vania, de Chéjov porque a donde vayas es un éxito. En Francia es una conmoción. No sé qué les pasaría a los actores con más años de experiencia pero no cualquiera se puede dejar dirigir por él. Creo que sólo los más jóvenes o los que no tienen tanta presencia farandulera, aquellos que de verdad dejen su ego de lado.
¿Y en dos o tres meses de ensayos puede conseguir un trabajo de tanta profundidad?
Sí, porque son dos o tres meses intensivos. Con Espía a una mujer que se mata, al mes y medio quería estrenar y le dijimos que no, pero ensayábamos todos los días con actores que ya lo conocían trabajando. No sé qué pasaría con actores que no saben cómo es su sistema.
¿Vos te reconocés como uno de esos actores prestigiosos que se sabe que siempre van a tener una buena actuación sea en donde sea?
No sé. No creo que para tanto. No estuve en tantos lugares…
En el Cervantes, en el San Martín, con Cano, con Veronese, con Iedvabni, en la tele, en el cine…
Bueno, pero eso me encanta. Y si me convocan directores tan diferentes es porque confían en lo que voy a hacer. Para mí es un elogio. Lo que no creo es que me perdonen todo, pero si algo de lo que hago no les gusta, me importa tres pitos. Una vez, mientras filmaba El custodio, me reprocharon que había estado en la película de Bandana. ¿Y qué tiene de malo? Y no lo tengo oculto porque en esa película la pasé fantástico y me trataron como si fuera De Niro. Además no tenía un mango, ese es mi laburo y fue una película popular para adolescentes súper bien contada y filmada. Gandolfo nos decía: “así tengas que hacer una tira televisiva o una publicidad, nunca se olviden de ser actores”.
1 comentario:
hola quisiera saber si osmar está dando clases de acuación o si va a dar en el 2012. mi mail es juanjafella@gmail.com
Publicar un comentario