¿Qué obras? ¿qué público?
Por Gabriel Peralta y Lucho Bordegaray
Tan variable como el lugar que se le da en las salas (en filas o rodeando el escenario, cómodas butacas o inolvidables tablones de una grada, etc.), el lugar que al público le brindan las y los artistas puede ir desde el “si no entendés ni te pasa nada, no me importa” hasta la complacencia supina. Desde lo económico se lo puede tomar como un ulterior financista o un mero consumidor. Y es sobre quien menos preguntas se formulan cuando se pergeña un proyecto: tenemos definido a las personas que necesitamos en el elenco, en dirección, en los rubros técnicos, la sala, el agente de prensa, el diseño gráfico, las fotografías, pero no suele haber preguntas acerca de qué público se quiere, a qué público se dirige ese trabajo.
Por ello, pensamos que para darnos algunos datos sobre el público, nadie mejor que quienes lo observan cotidianamente en los teatros del circuito independiente, ya sean titulares del espacio o responsables de la sala o de su programación. Que, no pocas veces, es la misma persona que encara más de uno de esos roles.
Sobre sus espaldas recae en buena parte el compromiso de lograr que el público concurra a sus respectivas salas; de su conocimiento y su pericia puede llegar a depender la continuidad de los mismos espacios teatrales, o que estos tengan buena o mala temporada. Aquí, pues, consultamos a Norma Montenegro, del Teatro del Abasto (Humahuaca 3549, en el barrio homónimo, distinguido por su enorme oferta escénica); Ricardo Bartís y Martín Otero, del Sportivo Teatral (Thames 1426, en Palermo), hablando respectivamente de las experiencias de La pesca y de La funeraria; Luciano Cohen, de Belisario Club de Cultura (en pleno corazón mítico y comercial del teatro porteño, avenida Corrientes 1624), y Norma Lichtenstein, de La Voltereta, sala emplazada en una zona que, para mucha gente de teatro, ha de resultar imposible si no desconocida: Segurola 2357, Floresta.
Empecemos intentando delinear al público que concurre a esos teatros. Cohen no duda en afirmar que “en Belisario se fue afianzando un rango de público que va entre los 25 y 40 años; esa es la edad que más frecuenta la sala. Pero también debo decir que las producciones de la sala van hacia ese tipo de público” (aunque no vayamos a dilucidar si primero el huevo o la gallina, a tomar nota: el espectador y el espectáculo propuesto se van moldeando mutuamente). En Del Abasto, las butacas parecen ocuparse a puro eclecticismo: “Como las propuestas de nuestra programación son tan variadas, nuestro público también. Hay mucha gente madura (50 a 60 años), de clase alta, como también son muchos los jóvenes estudiantes que traen la plata justa para la entrada y el colectivo de vuelta. Es considerable la cantidad de extranjeros que vienen, y se ve la misma diversidad en cuanto a la clase social. En cuanto a género, es parejo entre hombres y mujeres”, sostiene Montenegro. El Sportivo reconoce a su público “heterogéneo, pero teatral”, predominando el segmento ubicado entre los 25 y 50 años en La pesca y algo más jóvenes en el caso de La funeraria, y de clase media. En La Voltereta también afirman que se trata de personas de clase media, pero el resto de sus características varían mucho con cada espectáculo.
Testigos permanentes de lo que sucede en sus salas –tanto en el lleno como el vacío– les pedimos una apreciación de cuánto ha variado la afluencia de público en estos últimos dos años. En el Sportivo no han advertido cambios, en tanto que en La Voltereta diferencian según el tipo de oferta: disminuyeron los espectadores de teatro, se mantuvo el número en los ciclos de clown, y en los infantiles disminuyó por la gripe A y todavía (a inicios de noviembre de 2009) no se ha normalizado. ¡Ah, la gripe A! También aparece en la evaluación de Cohen: “Por el mes de julio hubo un momento que bajó por la gripe. Ahí sí pudimos ver que repercutió mucho y que trajo como consecuencia que no sólo julio, sino también agosto hayan sido meses difíciles. Recién en octubre se recuperó. Pero en los dos últimos años, la cantidad de público ha crecido”. Con algunos matices, coincide Montenegro: “En el Teatro del Abasto aumentó. En los dos últimos años hemos tenido funciones de miércoles a lunes, todas con muy buen promedio de público. Creo que los períodos de crisis social (como pasó a fines de 2001 y en 2002, cuando abrimos) producen un acercamiento del público al teatro. Únicamente se sintió una fuerte disminución (y, por lo que sé, pasó en todas las salas) en septiembre de este año; creo que el atraso de los estrenos que ocasionó el parate por la gripe A, sumado a la nueva fecha del Festival Internacional de Buenos Aires (octubre), hizo que se aglomeraran los estrenos entre fines de agosto y principios de septiembre, y quedó claro que todavía no hay público para tanta oferta”.
Ahora bien, ¿de qué hablamos cuando hablamos de “sala llena”? ¿Qué relación hay entre los datos del bordereaux y una sala con todas sus butacas ocupadas? Esta es la experiencia actual en Belisario: “Por fin de semana concurre a la sala un promedio de 250 personas entre las seis funciones que están programadas. Puede venir más o menos, pero 40 por función es una media. Y no tenemos una sola política con respecto a que cantidad de invitados o tipos de promociones; varía según cada elenco. Para las producciones propias del teatro, calculamos que de 50 espectadores, 30 pagan la entrada general, 15 la pagan con descuento y 5 son invitados”. En La Voltereta, “por lo general no hay invitados, ya que es un gran esfuerzo producir y las entradas son muy económicas. En vacaciones de inviernos hacemos promociones de dos entradas por un precio menor”. Algo similar a lo que sucede en el Sportivo: “Al trabajar en cooperativa, se intenta que la casi totalidad pague la entrada. Eso no significa que no se consideran descuentos a estudiantes”. Pero Montenegro tiene una evaluación más compleja: “No es un dato preciso, justamente por la diversidad de la que hablaba. Un teatro más político como Prometeo. Hasta el cuello o Muñequita o juremos con gloria morir tiene mayoría de entradas de estudiantes o promociones. Lote 77 y Los desórdenes de la carne arrancaron con mayoría de entradas enteras en sus primeros meses, hasta que se instalaron como éxitos y empezó a mezclarse el público. Las entradas de prensa son parejas para todos, porque tenemos buena respuesta de parte de los críticos a nuestra programación, pero nunca pasan de seis por función”.
En una ciudad como la nuestra, donde la actividad teatral independiente no está organizada en compañías estables, fuera de algunos pocos nombres muy reconocidos, lo que el público puede asociar con su interés es la oferta de las salas. Entonces, ¿reconocen a un público habitual, que frecuenta la sala confiado en la oferta de su cartelera? Norma Montenegro dice que los más de 1800 suscriptos a la página del Teatro del Abasto “reciben información de estrenos, últimas funciones y promociones especiales. Esta es una herramienta maravillosa de difusión. Incluso tenemos extranjeros que viajan dos veces por año a Buenos Aires y llaman antes de llegar para reservar sus entradas”. Y Norma Lichtenstein indica que, al ser La Voltereta escuela, “no solo vienen los alumnos, sino también gente que vino a ver alguna otra obra y queda como espectador habitual”.
En su mayoría, el público sabe lo que va a ver y es exigente con las propuestas.
“Es frecuente que nos digan su parecer a la salida. Nosotros propiciamos un trato cordial con el público y eso los estimula a compartir su opinión sobre la obra que vieron”, asegura Montenegro. Algo similar sucede en el Sportivo: “Se advierte un público medianamente culto en cuanto a lo teatral, pues realizan comentarios y comparaciones que así lo indican”. En La Voltereta implementan un sencillo método: “Ponemos a disposición del público un cuaderno para que escriba cualquier tipo de opinión con respecto al lugar, a la obra, etc., y es exigente si no se siente respetado en cuanto se le ofrece; luego es subjetivo (y el público lo entiende así) en cuanto a si le gusta o no”.
Y los vecinos, la gente que vive en las proximidades de la sala, ¿van a los teatros que tiene a la vuelta de su casa? La experiencia en Del Abasto no parece buena: “Lo hemos intentado publicando en revistas barriales, ofreciendo descuentos por ser vecino, etc. Nunca dio resultado y dejamos de hacerlo. Diría que hoy la gente del barrio debe ser menos del 1% de nuestro público”. Distinta es lo que acontece en La Voltereta: “Este año comenzó a asistir más habitualmente gente del barrio, a través de la comunicación vertida en revistas barriales y de un volanteo mano a mano”.
Por último, sobre las tácticas para atraer nuevos públicos, nos dicen: “En Belisario hemos hecho funciones en días no habituales. Programamos los lunes y también muchos jueves. En esos días baja mucho la cantidad de público. Pero esos días tienen la particularidad de rendir más, porque el estilo de obras programadas para esos días son mucho menos masivas”, señala Cohen. Y Montenegro cierra: “Siempre estamos buscando nuevas maneras de difundir. Aceptamos todas las propuestas de los agentes de prensa y ayudamos con nuestra propia movida en el medio, les pedimos a los grupos que mantengan la platea caliente sobre todo en el primer mes y medio. Soy una convencida de que por más que a un espectador le haya encantado un espectáculo, si hay menos de 20 personas en una platea de 70, no lo recomienda”.
El teatro alternativo porteño tiene en sus manos pocos elementos como para conocer a su público. Siendo pequeño como mercado, nadie le pone el ojo (y menos el billete) como para hacer un estudio profundo. Sin embargo, al haber encarado esta nota, unas pocas preguntas revelan que hay en los teatros independientes un conocimiento suficiente como para que los elencos, a la hora de buscar sala, evalúen no solo su ubicación, sus dimensiones y su equipamiento técnico, sino también su relación con su público, y qué tipo de público la frecuenta. El encuentro adecuado entre un público y un espectáculo es el inicio de una relación fructífera para ambos.
Y lejos de pretender agotar el tema, valga este tímido abrir la puerta. Que con el tiempo y la reflexión podría revertir aquello que una vez leímos y no logramos recordar dónde: “Si al público lo reconocés con nombre y apellido, no es público, sino privado”.
domingo, 4 de abril de 2010
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