lunes, 7 de septiembre de 2009

El precio de vivir

Por Gabriel Peralta

Desde hace algún tiempo tenía interés en saber cómo se administra el dinero en una producción de teatro alternativo.
El interés proviene de dos razones:
1. La continúa queja de los miembros de la comunidad teatral alternativa porque nunca les alcanzan ni los subsidios –nacionales o municipales–, ni los apoyos, ni los eventos para cubrir los costos de una obra. Incluso dicen que la mayoría de las veces tienen que poner dinero de sus bolsillos, en el mejor de los casos, o quedarse con deudas.
2. Saber si alguien gana dinero en el teatro alternativo.
Mi intención era cotejar presupuestos de distintas obras que en estos momentos se encuentran en proceso de ensayo o en cartel, para así enterarme qué porcentaje le adjudicaron a los distintos rubros que conforman una obra.
Mi primera sorpresa fue conocer la variopinta cantidad de ítems que conlleva realizar un hecho teatral.
Sin caer en ostentaciones ni en gastos superfluos, la media es:
• Argentores (si es creación del grupo: pago de registro y derechos; si es de autor: pago de trámites de autorización y derechos)
• Registro de Propiedad Intelectual (si es creación del grupo)
• Alquiler de espacios de ensayo
• Alquiler de la sala donde se va estrenar la obra con motivo de colocación de escenografía, puesta de luces y pasadas previas al estreno
• Diseño de vestuario y confección del mismo
• Escenografía (por lo general incluye el trabajo del diseño, la realización y los materiales)
• Diseño de luces
• Prensa
• Diseño y realización de tarjetas y volantes
• Varios: pago de flete para traslados de escenografías; compra de maquillaje y elementos de utilería, repartidor de volantes, etc.
Como se puede observar, hay dos rubros que faltan en el listado: los actores y el director de la obra.
Me extrañó porque la mayoría de los consultados son actores y directores… pero ellos no se incluían como parte del presupuesto.
Supe que hay una regla y costumbre instalada: esos componentes del hecho teatral recibirán sus beneficios de las recaudaciones –llamada en el medio borderaux– obtenidas a partir del estreno de la obra. Hay que señalar que a dicha recaudación se le deben descontar los derechos de autor (Argentores), si se utiliza música el porcentaje para Sadaic, un porcentaje para la Asociación Argentina de Actores, el técnico y, en algunos casos, un seguro de sala. De lo que quede se distribuirán los beneficios entre el director y los actores.
He averiguado que en el subsidio que otorga PROTEATRO a la producción teatral, un porcentaje está destinado a los actores, pero éstos, en su gran mayoría, lo afectan a la producción de la obra.

Mi segunda sorpresa fue la siguiente: si bien aquellos a quienes consulté fueron amplios y receptivos de mis dudas, charla mediante, a la vez se mostraron reticentes cuando les solicité que me enviaran los porcentajes –siempre aclaré que no quería saber montos sino porcentajes– destinados a los distintos rubros.
Las cuentas son así: de diez presupuestos solicitados sólo me enviaron tres, a los que haré referencia más adelante.
Esto aumentó mi curiosidad por saber lo que sucede con el teatro alternativo y el dinero que circula por él.
A simple vista, pareciera ser que no conviven, que nadie gana, que lo único que impulsa el hecho de realizar una obra es lo artístico. Existe la sensación que en el teatro alternativo todos sufren y se preocupan por el dinero –por cómo conseguirlo–, pero nadie lo disfruta.
Se omiten tanto las palabras “dinero”, “ganancias” y hasta “recaudación” que incluso cuando se le pregunta a cualquier actor o director que tiene una obra en cartel cómo va la misma, las respuestas son, según los casos: “vamos mal; estamos metiendo pocos espectadores”, o “nos va bárbaro; llenamos todas las funciones”. Obsérvese que la palabra recaudación (“dinero”) está omitida, porque hay que aclarar que el hecho de que una sala esté llena no significa que todos hayan pagado su entrada. Da la impresión de que se le da más valor a que la obra se vea, que a la posibilidad que genere dinero. El éxito de una obra en el teatro alternativo está medido por la cantidad de personas que la van a ver y por su permanencia en cartel. Pero de eso, como de los presupuestos, no se habla.
En las antípodas, para el llamado teatro comercial generar dinero es su meta y está claro. Brutal y sinceramente se observa que tanto por la elección de las obras como de los elencos para representarlas, se busca sin disimulo producir ganancias. Los productores hablan de inversión y se mide el éxito y el fracaso de una obra no por su concreción artística sino por su recaudación.
En cambio en el teatro alternativo existe como un prurito para mencionar términos tales como dinero o ganancia. ¿Por qué el temor a hablar de dinero? ¿Se pierde algún tipo de halo artístico? ¿O es que se ha instalado cierta pereza para pensar cómo llevar adelante un proyecto, que reditúe ganancias (sin resignar búsquedas), mas allá de lo que brinden los subsidios?

También hay cuestiones ocultas en el entramado del mundo del teatro alternativo. Temas que se hablan por lo bajo y según quien los enuncia van cambiando las “víctimas” y los “victimarios”: salas que cobran seguros extorsivos (algunas subsidiadas por el INT), elencos que no se ocupan de la difusión, agentes de prensa que cobran fortunas, elencos que pagan sólo una parte de lo acordado al agente de prensa, depósitos a Argentores que no se hacen, que Argentores es el único que recauda… Y así un sinfín de culpas echadas de unos a otros. Desde ya, protestas murmuradas al oído y en confidencia.
Lo cierto es que tanto el Estado nacional como el municipal subsidian gran parte de esta actividad, es decir: aportan dinero, y si hubiera una clara noción de adónde se destinan esas sumas, se podría discutir su escasez o tacañería.
Pensaba reflexionar, en esta nota, acerca de por qué circula el dinero por un lado y no por otro, pero me encuentro a esta altura formulando las siguientes preguntas: ¿queda mal decir que en el teatro alternativo se gana dinero con el trabajo de actuar, dirigir, diseñar, difundir o ser dueño de una sala? ¿Existen caminos “alternativos” del dinero? ¿Cuál es la razón por la cual no se realizan denuncias cuando no se cumple con ciertas reglas establecidas en los subsidios?
Pero, nobleza obliga, algunos respondieron a la consulta y enviaron sus presupuestos.
A partir de ellos pude inferir que el rubro en el que más se invierte es escenografía –38,75% de los presupuestos–; le siguen vestuario con el 23.75%, prensa con el 13.75%, gráfica 9%; diseño de luces 7,50%, salas de ensayos, 7,25%. Éstos son los rubros fijos que aparecen en los tres presupuestos. Queda un 2% que algunos elencos destinan a composición de música y otros a movilidad.
En cada presupuesto hay interesantes matices. Y en eso consistiría lo jugoso de la nota si hubiera obtenido un testeo más amplio.
Por ejemplo, hay elencos que le adjudican un 4 % a un rubro llamado “logística”. Mientras que en un presupuesto se contempla el trabajo del actor y el director en un 16%, en otros se lo omite redondamente. En uno citan que entre Argentores, Asociación Argentina de Actores y Registro de Propiedad Intelectual se va el 2,50%, en otros parecen no tenerlos en cuenta.
Como se observará, aun con estos escasos datos pueden verificarse tendencias (se busca una mayor especificación en cada área), observar problemas (el ya citado “salario” de los actores) y pequeños cambios (las búsquedas de otras estrategias de difusión) dentro del panorama del teatro alternativo.
Pero parece –según la experiencia recogida durante la preparación esta nota–, que no es conveniente adentrarse en estas disquisiciones. Intuyo que en este sector del arte existen varios rincones oscuros, y lo peor, todo evidencia que está bien que siga así.


Para la realización de esta nota agradezco a Compañía Sin Pulgares, Compañía Vilma Diamante y a la Compañía La Fosforera

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