Por Agustina Gatto
Una de las actrices y creadora de algunos de los textos cuenta detalles del proceso creativo de esta obra, que se niega a ser encasillada como creación colectiva.
NOTAS SOBRE LA CONSTRUCCIÓN…
Nos juntamos en torno de algo: la tragedia. Primero fue La Orestíada y cada cual, con sus propias fotos, recuerdos: su cuerpo trágico. El terreno fue un espacio, algunos textos, una mesa larga, árbol y elementos de Navidad, y ciertos nombres: Clitemnestra, Electra, Orestes, Crisótemis, Egisto. Estos nombres de pronto podían ser otros pero no: la referencialidad trabajó en un intersticio, en un hundimiento en donde paradójicamente hacíamos pie, parafraseando a Barthes, “justo allí donde el vestido está por abrirse”1, ni antes ni después.
Y éste es el lugar en el que nos encontramos: cuando lo trágico era una lengua cosificada, el lugar común, lo reconocible (zonas ofrecidas por Clitemnestra y Egisto) –cuando el vestido estaba por abrirse–, aparecía otra dramaturgia: un cuerpo completamente atravesado, el de Orestes, una subjetiva radical, en donde la prosa está en un límite: Electra. Y Crisótemis, como resultado de estar de un lado y del otro, tocando los bordes: el botón que podría cerrar el vestido pero está falseado.
Nos interesó la falla: Libertad Lamarque o una coreografía hecha sobre un ritmo de cumbia de pronto cuaja, como todo lo que se coloca en una zona más o menos incómoda, en un mueble más o menos roto…
Respecto del original, también hay algo en falla: Clitemnestra hubiese querido matar a su esposo pero no, Agamenón realizó un movimiento torpe y fatal en un piso resbaladizo. Electra hubiese querido matar a Clitemnestra pero no, Clitemnestra es la madre que no puede ser muerta por los hijos.
A mamá no tiene un pasado de autor. Tampoco pretende ser una versión del clásico griego. Es más bien esta referencialidad falseada, puesta en duda, puesta-en-juego.
…Y SOBRE EL TEXTO ESPECTACULAR
Una especie de drama de situación. El drama es el de los hijos que se despedazan a la vista de los padres. Los padres devenidos espectadores de su propia obra/muerte. Hay una perspectiva de espectáculo (una mirada, nunca una declaración positiva): Electra invita al público a aplaudir el despedazamiento. Electra quiere montar la muerte de Clitemnestra pero fracasa, Orestes, su actor principal, es incapaz de recordar el texto. Se interpela al público, se le pide que entienda que para esto hay motivos. Se roza lo perverso: de pronto parece que no quedara ni un solo velo; en este lugar nos encontramos con Crisótemis, quien ofrece una subjetiva bastante perversa del padre: sabe que el suyo está muerto, pone en su lugar a su “asesino”, lo sabe y lo reniega. La fábula se abre hacia ese pasado y se cierra. Lo trágico es Electra en monólogos lacrimosos, casi políticos, para convencer: abre. Lo trágico es Clitemnestra show-woman: cierra. Lo trágico es el lugar en el que se coloca el acto cotidiano, antes y después de qué se sirve agua en un vaso: abre-cierra. Egisto hace juegos de artificio. De pronto los actores son coreografiados: la cumbia hace saltar el continuo, y trabaja como reemplazo, aparece justo en el momento de matar. El coro ofrece una posibilidad: quedarse quietos, no poder moverse. Pero Electra necesita nombrar y de-terminar. Orestes en descomposición. Orestes no puede hacer de Orestes (¿el actor cada vez más perplejo/vacío frente a lo que le toca… su libertad cada vez más como valor que como condición primordial?). Se hace imposible. No se pudo. Libertad Lamarque, show.
1 El placer del texto.
lunes, 18 de mayo de 2009
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