lunes, 18 de mayo de 2009

Arte y nuevas tecnologías

Por Alejandra Correa

Tres artistas argentinos opinan acerca de sus experiencias y sus vínculos con la tradición y un
presente casi de ciencia ficción.


Horacio Zabala Artista plástico
¿Qué aportan las nuevas tecnologías (NT) al arte?
Debemos tener en cuenta que las invenciones y descubrimientos de la ciencia y la técnica jamás fueron ignorados por los artistas. La historia del arte y la historia de la técnica son vasos comunicantes. En el Renacimiento cambia la imagen del cuerpo humano que ofrece la pintura debido al progreso en el conocimiento de la anatomía, que es una consecuencia de la nueva técnica de disección. La óptica y la geometría generan a su vez la perspectiva y, a través de ella, aparece otra representación de las formas y volúmenes en el espacio, que afectará a la arquitectura y las artes plásticas. La pintura de retratos dejó de ser lo que era con la aparición de la fotografía; ésta dejó de ser lo que era con la aparición del cinematógrafo; éste dejó de ser lo que era con la aparición de la televisión.
En esta fragmentaria reseña histórica, habría que enfatizar que la noción de progreso y perfeccionamiento pertenece exclusivamente a la ciencia y la técnica. La obra de Piero della Francesca no es inferior a la de Leonardo da Vinci, que tampoco es inferior a la de Francisco Goya, que tampoco es inferior a la de Marcel Duchamp. Desde las pinturas rupestres de Altamira y Lascaux en el arte no ha habido perfeccionamiento ni progreso alguno.
Las NT no aportan al arte ninguna solución, sino nuevos problemas e interrogantes, nuevas cuestiones y nuevos desafíos.

Estas nuevas herramientas que generan nuevos lenguajes ¿siguen compartiendo las mismas temáticas de la tradición artística?
Los artistas se sirven de la informática de dos maneras diferentes. Algunos la utilizan como un instrumento sofisticado que permite obtener resultados análogos a los que se puede llegar con otros medios. Esto es, utilizar la computadora como una máquina de escribir, utilizar el correo electrónico en vez del buzón de la esquina, colorear una imagen en la pantalla en vez de hacerlo con acuarela sobre papel. Para estos artistas, las NT resuelven problemas utilitarios, prácticos y funcionales; sus visiones del arte y del mundo no han cambiado.
Otros artistas, entre los que me incluyo, no acentuamos las ventajas obvias, como la velocidad y la perfección de los resultados. Como en cualquier obra, damos valor a sus diferentes significaciones y sentidos. Cuando nos servimos de la informática es para obtener resultados imposibles de obtener con algo que no sea la informática misma. Entendemos que el medio tecnológico ya no puede ser considerado sólo como un mero instrumento de dominio, control y administración dirigido por el “pensamiento calculante” y la “democracia de mercado”. Cuando se integra a las prácticas artísticas, estimula los vínculos entre la imaginación, la percepción y la memoria. El medio se desvía y va más allá: es un ultra medio que se aparta de la practicidad inmediata. Constituye un lenguaje sensible que no utiliza las cosas sino que las nombra y las hace aparecer.

El arte electrónico, ¿requiere un espectador “preparado” que pueda acceder a los lenguajes relacionados con lo tecnológico?
Es evidente que para un analfabeto informático, el acceso al placer estético y al placer crítico con una obra interactiva no es imposible, pero es difícil y poco estimulante. Aunque también es evidente que sin información ni cultura visual previa no es fácil la apreciación de obras de arte contemporáneas, sean electrónicas o no.

Al arte que se vale de las NT, ¿se lo critica injustamente o se lo endiosa?
La crítica de arte especializada en las NT es escasa. La que me interesa, sea que ataque o defienda las obras electrónicas, es la que abre perspectivas, o sea la que da lugar a que aparezcan otras miradas en quien está ante la obra. Y esto es posible sólo cuando la crítica es un acto de creación. Creo que uno de los sentidos fundamentales de la obra de arte se cumple durante su contemplación e interpretación. Y estas dos experiencias estéticas, que están siempre enlazadas, no son simples placeres naturales como tomar agua fresca, sino complejos placeres cultivados que hay que seguir experimentando y cultivando una y otra vez.

Graciela Taquini Curadora, artista multimedial
¿Cómo ve usted la tendencia a hacer arte aplicando la tecnología?
Se puede hacer arte con todo. El uso de la tecnología no expresa vanguardia, sí contemporaneidad. Estamos inmersos en un mundo tecnológico y al arte nada le es ajeno. Pero depende de cada artista, se puede ser reanticuado utilizando video. La tecnología puede ser una herramienta, pero es también un lenguaje que condiciona y aporta cosas nuevas que otros lenguajes no tienen. Como el cine, que incorporó el tiempo. La pregunta, entonces, es qué es lo que aporta.

¿Estas nuevas herramientas que generan nuevas formas de representación siguen compartiendo las mismas temáticas de la tradición artística?
Los motivos cabalgan a lo largo de la historia del arte. Los temas son propios de los individuos. Una cosa es la representación; otra, que para el arte actual las cosas se hacen presente. Si viajás por el sitio de los Jodi net (N.de R.: www.jodi.org; map.jodi.org, entre otros) te parece que tu computadora se rompe. Ésa es su manera de jugar con la muerte: no la representan con esqueletos.

¿El arte virtual/electrónico/inmersivo requiere de un espectador “preparado” que pueda acceder a lenguajes relacionados con lo tecnológico?
Sí, claro. La frecuentación de un pibe que juega a video juegos da conocimientos sobre un lenguaje que no es el mismo que tiene un señor de 70 años que nunca mandó un mail. Yo soy una señora mayor interesada en esas cosas, pero soy una excepción.

Augusto Zanela Artista multimedial
¿Cuál es su opinión sobre la capacidad de expresión estético/artística que proponen las herramientas de la tecnología en la actualidad?
Creo que todavía tenemos que encontrar un perfil estético que identifique a la tecnología como modo de expresión artística autónoma, más allá de su función utilitaria. O, mejor dicho, de la imagen que de esa función se desprende. Personalmente veo que a las obras artísticas de impronta tecnológica cuesta despegarlas de otras expresiones de base tecnológica ligadas con el entretenimiento o el intercambio de información; por eso creo que es verdad que se corre el riesgo de quedar en un desarrollo superficial. También opino que, en algunos casos, la democratización que brindó la tecnología (como en el caso de la fotografía) generó un estándar que se lee más bien como una imagen impersonal, producto del medio tecnológico, que como una creación que puede diferenciarse de otras producidas por los mismos medios. Y esta democratización, a su vez, permitió el ingreso a la producción artística de un montón de gente que no tiene más formación artística que haber comprado una cámara digital que funciona en perfecto sincretismo con los programas de retoque –que no dominan–, pero que brinda un resultado altamente potable.

¿Estas nuevas herramientas que generan nuevos lenguajes siguen compartiendo las mismas temáticas de la tradición artística?
Te respondo con la cita de una obra que presentó Yoko Ono, creo que en una bienal de Venecia. La obra consistía en la filmación de la cara de John Lennon diciendo “paz”, pero pasada a una velocidad extremadamente lenta, con lo que no se apreciaba a simple vista el movimiento de los labios, ni tampoco el sonido. La obra, proyectada en el exterior de un edificio, muy criticada en su momento, fue defendida a ultranza por Lennon. Él señalaba que ninguno de los críticos había visto en esta obra una exploración del retrato, en términos clásicos, con el uso de un medio no tradicional. Es decir, considero que hay temas que son inherentes a la condición humana, por lo que continuamente aparecen en las distintas expresiones artísticas, aunque lo hagan bajo otras formas. Por otra parte, podríamos pensar que en las nuevas expresiones se amplía el vocabulario temático, ya que a estos temas tradicionales se les incorporan los propios de cada medio, o que surgen de su desarrollo.

¿El arte virtual/electrónico/inmersivo requiere de un espectador “preparado” que pueda acceder a lenguajes relacionados con lo tecnológico?
Por supuesto que siempre existió, en todos los medios de expresión artística, un “arte para artistas”. En todos los casos, depende del grado de complejidad operativa o de interacción que proponga la obra, o el nivel de lectura sobre el cual trabaje, para que se transforme en algo más accesible o más críptico para un público no habituado.

Como artista multimedial ¿siente que se critica injustamente al arte que se vale de la tecnología, o siente que se lo endiosa?
No recuerdo haber leído o escuchado serias críticas de ese tipo, ni tampoco sobrevaloraciones que no provengan del propio campo de trabajo. No tengo una opinión formada sobre este punto.

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