miércoles, 8 de junio de 2011

El teatro off. Primera parte

Por Mónica Berman


Esta nota tenía una premisa: revisar los vínculos entre las salas del off más “off” y las propuestas que en ellas se presentan.

Claro que cuando calificamos tautológicamente al menos deberíamos comprender lejanamente cómo el off segundo califica al off primero y por tratarse de un mismo término habría que ver de qué la va...

Cuando una propuesta se instala en una sala del off (digamos “off” para economizar), ¿existe una incidencia entre esa decisión del espacio (o la aceptación del espacio o la resignación, cualquier variable es posible) y la puesta en cuestión? Las hipótesis teóricas nos llevarían a inferir que si la puesta en escena es una puesta en espacio, toda determinación vinculada con lo espacial tiene correlato en la propuesta escénica y/o viceversa.

Ahora bien, para iniciar esta reflexión, habría que preguntarse primero de qué hablamos cuando hablamos del off, término que se usa de manera genérica pero que, hoy por hoy, ya no tiene referente. El nombre permanece pero ya no establece una relación “verdadera” de referencia, aunque sí verosímil. Me explico: un espectador lego que visita un teatro como el IFT o como el Fray Mocho o el Payró, podría considerar que está en el ámbito del off. Por supuesto que la noción la construiría por contraste, no es comercial –por decir uno, el Apolo–, ni oficial, como el Cervantes. Por razones diversas, el nombre “off” le resultaría verosímil pero, desde Chistian Metz lo sabemos, verdadero y verosímil son opuestos.

El ejercicio pasa por la percepción de alguien que desconoce las internas, que no sabe ni tiene por qué saber que existen teatros en esta ciudad de tradición independiente, que alguno funciona como cooperativa, que otro no ha tomado ninguna decisión estética sino económica (si sus arcas crecieran sería del orden de lo comercial), y así sucesivamente.

El nombre “off” sin duda es complejo. Y puede ser (in)útil tanto para caracterizar espacios como para definir espectáculos. Tan es así que existe esta clase de espectáculos que hay premios para ellos en el margen ¿izquierdo? de los premios “importantes”. También hay actores, directores, dramaturgos del off... Aunque esto cada vez menos, en términos de exclusividad. El teatro parece ser hoy una de las pocas muestras de “movilidad social”; la perimida idea de las clases sociales, aquí muestra su esplendor. Con un detalle excepcional: a diferencia del proletario que cuando llega a la clase media no desea volver al proletariado, muchos actores, directores y dramaturgos que prueban las mieles de lo comercial no reniegan de sus trabajos en otros circuitos, aun más, de tanto en tanto los plantean como más placenteros y se vinculan con mayor fuerza a las propias elecciones.

Ahora bien, vamos a circunscribir la cuestión del off a las salas, es decir, a pensarlo desde ahí. Determinar cuándo se trata o no de un lugar perteneciente a esta clasificación, de por sí imperfecta, implica contemplar múltiples variables. ¿Cuáles son las que deben tenerse en cuenta?

La historia sostiene que los teatros que recibían esa denominación eran los que estaban fuera del circuito. ¿Qué circuito?, preguntaríamos atinadamente hoy. La crítica era una variable, el público que no se reducía al grupo de entendidos, y lógicamente, la ausencia de subsidios, agentes de prensa y demás parámetros actuales eran otras variables.

Si alguna vez hubo un “off Corrientes”, para la denominación un tanto anacrónica podríamos decir que hay un “off Corrientes en la propia Corrientes”. Con lo que queda clarísimo que el nombre de una calle, sea cual sea, no divide las aguas.

¿El lugar de la ciudad en que está emplazada la sala contribuye a clasificarla como tal? ¿Cuál es la distancia que establecen el adentro y el afuera? ¿Cuántos son los teatros que ubicados en un mismo lugar geográfico unos son “off” y otros son ¿su contrario? La geografía definitivamente no determina la categoría.

¿Qué sucede con el tiempo de existencia? ¿Puede un teatro con trayectoria temporal extensa pertenecer a este grupo? ¿O el simple paso del tiempo lo saca del conjunto? El acto de persistir, ¿no lo pone en circulación, o al menos permite en términos estadísticos la posibilidad de haber sido “visitado” por agentes de legitimación (llámense críticos, jurado, público “real”)?

¿El acto de propiedad establece parámetro? Para decirlo con claridad, que no pertenezca a ciertos conocidísimos empresarios del mundo del teatro, ni al Estado, ¿determinará que sea off? Suena extraño pero sirve como argumento en el siguiente sentido: aparece definido por negación, no es de un empresario importante, no es del Estado...

La pertenencia a ciertos grupos, como en el caso de Artei, o el hecho de recibir subsidios, ¿define? No. Hay teatros a los que se denominaría del off que están subsidiados (o avalados) por Proteatro y otros que no. Algunos pertenecen a Artei y otros no pertenecen.

¿Número de butacas? ¿Puede ser que un teatro sea y no sea, a la vez, del off? Es decir, un teatro con una sala grande y otra más pequeña. ¿Sería pensable esta división?

¿O tal vez las cuestiones técnicas? ¿La parrilla de luces? Mejor aun, ¿los lugares donde sentarse? Que una sala proponga gradas o sillas dispares o mezcla de ambas o que no tenga en cuenta la posibilidad de visión e iguale al nivel del piso a todos los espectadores. No parece ser el criterio.

Hay salas que no incluyen su dirección cuando proponen una puesta en escena y el teléfono que aparece puede ser un celular. Llegar a ellas implica no una serie de artes adivinatorias sino un complejo recorrido por cierto universo teatral que requiere una información relativamente cerrada y acotada a un círculo. Los problemas –y eso los sabemos todos– muchas veces están ligados con el interminable pedido de requisitos, imposibles casi de cumplir, para las nuevas salas post-Cromañón (desde aquí les digo que deberían mirar los comedores de las escuelas en lugar de buscarles quintas patas a los gatos teatrales). Entonces claro, ahí decimos son off porque ellos mismos eligen reducir su propio circuito, en fin, por otro tipo de cuestiones.

La categoría es sin dudas complicada, hasta difícil de sostener. Sin embargo, y a pesar de todo lo dicho en relación con el nombre duplicado y se llamen como se llamen, existen. Pasen y vean.

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